sábado, 1 de noviembre de 2008

El periodismo y sus sicarios

por Raúl Nicolás Fernández

Es sabido que el ejercicio del periodismo no es una actividad que pase desapercibida para la sociedad. Más aun cuando quienes lo ejercen son personas, y personajes, de amplia llegada al público masivo, cuyas opiniones influyen directa o indirectamente en las percepciones de los ciudadanos. Es sabido también que esta profesión no es cien por ciento independiente, que está teñida de intereses políticos y económicos de toda índole. Sin embargo, y aun estando al tanto de estas cuestiones, no deja de llamar la atención el vuelco que dan a sus opiniones ciertos periodistas.
Los que hoy tienen un perfil opositor quizás mañana sean oficialistas. Tampoco puede sorprendernos que pasado mañana se opongan a ese oficialismo al que defendían a ultranza. ¿Qué factores influyen para que algunos cambien tan rápido de parecer? ¿Puede considerarse verdaderos periodistas a aquellos que evidencian tal liviandad e inestabilidad en sus opiniones?
En Colombia se conoce a los sicarios como asesinos a sueldo contratados por gente poderosa, por lo general vinculada al narcotráfico, que cumplen con su "trabajo" sin cuestionarse por qué deben asesinar a tal o cual persona. El dinero que reciben acalla todas sus preguntas. El victimario (autor intelectual) de hoy tranquilamente puede convertirse en sus víctimas de mañana.No habrá vacilaciones en los sicarios, su lógica es la del dinero. El cliente siempre tendrá la razón, sobre todo si es el que mejor paga.
Salvando las distancias, existe entre nuestro periodismo una especie de sicariato. Está presente y llegó para quedarse, junto con la efredina, de la que tanto se habla por estos días y que, justamente, parece que instalaron en el país los narcos colombianos y mexicanos.
Pero los sicarios del periodismo no son asesinos, literalmente hablando. Podemos, debemos, llevar esta comparación al plano de lo connotativo, del lenguaje simbólico o figurado. Los periodistas - sicarios "matan" a quienes les hayan encargado los patrones de turno. A sus víctimas, entonces, las barreran con certeras ráfagas de críticas, no les darán respiro, los acorralarán hasta verlos "muertos". Mañana, quizás, los resuciten con esas mismas plumas que decretaron sus defunciones. Presten atención, están en los principales medios de comunicación del país, reviviendo a quienes habían matado y matando a los que eran sus patrones. No se los puede llamar periodistas. Tienen la lógica del sicario.

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