viernes, 23 de mayo de 2008

Tengo un blog, ergo, soy pelotudo.

por Raúl Nicolás Fernández


"Yo detesto el blog", "En la Argentina no hay un pelotudo que no tenga un blog. Y ponelo en negrita". Así, de forma lapidaria, el filósofo José Pablo Feinmann descalificó a millones de personas que utilizan este medio para subir a la red sus opiniones y compartirlas con otros usuarios. Millones de personas que, como yo, ensayamos una opinión independiente, fuera del alcance de los mass media. El video con sus declaraciones se puede ver en Youtube.
"La mayoría de los que escriben blogs, un buen jefe de redacción les daría una patada en el culo y los echaría por la pésima prosa que tienen". Señor Feinmann, en ningún lado está escrito que aquellos que tienen blogs deben ser escritores profesionales. De hecho, usted tampoco lo fue cuando comenzó a escribir ni, mucho menos, tuvo desde el inicio de su carrera esa maravillosa prosa que hoy posee. Por otra parte, una mínima porción de bloggers tienen aspiraciones de formar parte de la prensa gráfica.
Según usted, señor Feinmann, quien para algunos cada vez se asemeja más en su forma de pensar a su primo Eduardo, "no es cuestión de decir: ¡ah!, yo no escribo en ningún diario, en ninguna revista, voy a poner mi blog. No flaco, hay que saber escribir también. Sino no le hagas perder el tiempo al que te lee, no lo agredas con tu mala prosa. Ese democratismo me parece, realmente, agraviante con el lector". Yo le pregunto, señor Feinmann, ¿qué sugiere entonces, que el Estado regule lo que se publica y quién publica en un blog? ¿Que haya una especie de "censurismo" (siguiendo con el uso que usted hace de este sufijo para atenuar la carga semántica) para aquellos que publican en blogs y que tienen una prosa pésima?. Usted sabe que los blogs no difieren demasiado de la literatura tal cual la conocemos. Historicamente, muchos pelotudos han publicado y, lamentablemente, lo siguen haciendo. Pero es el lector el que decide quién vale la pena y quién no. El lector elige a quién leer. Los que para usted son pelotudos seguramente para muchos lectores no lo son. Entonces, señor Feinmann, déjenos tranquilos a los que escribimos blogs. No molestamos a nadie y, en el peor de los casos, somos sólo mala literatura. El que no quiera que no nos lea, pero tenemos derecho de estar, de pensar, de escribir. Aunque nuestra prosa sea pésima. Aunque seamos, según usted, unos pelotudos.

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