viernes, 11 de abril de 2008

Sobre la ética en la relación del periodismo con el poder

por Raúl Nicolás Fernández


Riszard Kapuscinski, el gran periodista polaco fallecido el año pasado, afirmaba que lo ideal es ser lo más independiente posible, pero que existen presiones, tanto de los editores como de los intereses que representa el medio para el que el periodista trabaja. Todo esto se agrava si, además, las libertades de expresión están restringidas por el Estado a través de una censura oficial.
El problema ético, desde mi punto de vista, tiene que ver con la credibilidad de cierto sector del periodismo, identificado con las premisas de los gobiernos de turno. ¿Hasta qué punto son creíbles? ¿Cuánto tiempo debe pasar para que dejen de serlo?
Kapuscinski afirmaba que las cosas fluctúan, cambian en pocos años. Entonces, una vez terminado tal o cual gobierno al que algunos periodistas defendían a ultranza, ¿pueden estos ser tomados en cuenta por la opinión pública? ¿El periodista queda “pegado” para toda su carrera, luego de demostrar abiertamente su adhesión, al gobierno de turno?
Si bien en nuestro país no existe censura (al menos en el sentido tradicional del término), el gobierno actual, desde que asumió el poder, mantiene con la prensa una relación polar: reconoce y recompensa, en concepto de pauta publicitaria oficial, a determinados medios, y a otros no les concede notas, ni mucho menos la mencionada pauta publicitaria oficial. En este sentido, son notorios los casos de Página/12 y de Perfil. Uno por ser ultraoficialista y recibir una buena parte de la llamada torta publicitaria oficial, y otro por ser aborrecido por el actual gobierno, debido a su carácter opositor.
Otro medio que puede ser considerado opositor es el diario Crítica de la Argentina, dirigido por Jorge Lanata, quien no volvió a tener un espacio en la televisión, ni abierta ni por cable, desde que el kirchnerismo está en el poder. Dicho medio publicó, el sábado 5 de abril, una nota referida al discurso en el que la Presidenta acusa a cierto sector de la prensa de “priorizar las informaciones negativas”. Crítica de la Argentina superpuso a estas declaraciones de Cristina Fernández que “… en Buenos Aires, los medios de Daniel Hadad, el canal de televisión C5N, las radios Mega y 10 y la página web Infobae.com reproducen sin fisuras el discurso oficial.”
En la editorial que acompaña esta nota, el mismo Lanata afirma que “la gran mayoría de los medios nacionales y locales reciben una extorsiva pauta oficial que el gobierno se encarga de recordarles ante la menor disidencia”. Y continúa más adelante: “El que no está de acuerdo es un traidor o –como se dijo durante la guerra gaucha- un golpista. Cuando los gobiernos se pelean con los medios se están peleando, en verdad, con el espejo. No les gusta lo que se ve de ellos mismos. Y deciden romper el espejo.”
Al margen de estar o no de acuerdo con una parte u otra, me resulta interesante analizar cómo el periodismo se divide en uno u otro bando. El problema, para mí, tiene que ver con aquellos que se alinean con el gobierno por intereses que exceden lo periodístico, defendiendo ideas de las que no están del todo convencidos y por las cuales, creo yo, la opinión pública les pasará factura tarde o temprano.
Kapuscinski afirmaba, también, que “nuestros lectores, oyentes, telespectadores, son personas muy justas, que reconocen enseguida la calidad de nuestro trabajo y, con la misma rapidez, empiezan a asociarla con nuestro nombre; saben que de ese nombre van a recibir un buen producto.” Yo, humildemente, sostengo que así como de determinados nombres se reciben buenos productos, la gente asocia a otros nombres con la hipocresía y el periodismo mercenario. Sobran ejemplos de épocas pasadas, como Mariano Grondona y Bernardo Neustadt, asociados con las ideologías promilitares. O el caso de Eduardo Feinmann y Daniel Hadad, identificados plenamente con el menemismo. Habrá que ver cuáles nombres se asociarán, en el futuro, con el gobierno actual y qué credibilidad tendrán en las próximas generaciones de argentinos.

1 comentario:

sed dijo...

Gracias por tu comentario en mi blog "el periodista en su laberinto" y celebro los textos con tantas inquietudes del tuyo. Lo voy a leer con frecuencia. Un abrazo.