martes, 11 de marzo de 2008

Cartoneros: una denuncia en sí misma

por Raúl Nicolás Fernández

Que el tema de los cartoneros está instalado en la sociedad ya no es noticia. Desde la crisis del 2001 vemos cómo año tras año aumentan en número al mismo tiempo que disminuye la tolerancia de determinados sectores influenciados, muchas veces, por la versión fragmentada y parcial que ofrecen ciertos medios de comunicación.
Por estos días se vive una especie de tolerancia cero hacia los cartoneros impulsada por el ahora jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri. El conflicto se desato a raíz del desalojo de 50 familias de cartoneros que se habían instalado en la calle Pampa y las vías del Ferrocarril Mitre.
Pero el conflicto no sólo afecta a la ciudad de Bs. As. sino también al conurbano bonaerense.
La agenda política parece estar más interesada en buscar la mejor manera de ocultar a los cartoneros que en solucionar el problema de fondo, que es la integración y el blanqueamiento de miles de personas al sistema formal de recolección de residuos.
Según el censo Nacional del año 2001, el partido de Lomas de Zamora alberga unos 600.000 habitantes. Según mediciones de la Dirección Provincial de Estadísticas, de junio de 2007, habitan en el distrito unas 620.000 personas. Estadísticas no oficiales revelan que 800.000 personas viven en el partido. Según datos oficiales, el 10 por ciento de la población de cada distrito tiene como medio de vida el cirujeo. En Lomas de Zamora estamos hablando de 62.000 o de 80.000 personas, según sea el relevo, que se dedican a hurgar en la basura ajena.
La Cooperativa Nuevo Rumbo nuclea alrededor de 2000 cartoneros de la zona y pudo encontrarle una vuelta de tuerca a la cuestión. José Pepe Córdoba está al frente de la cooperativa desde su creación, a mediados de 2000, meses antes de que se desatase en nuestro país una de las crisis económicas y sociales más terribles de su historia.
Como si fuera una paradoja funesta, a medida que la crisis se intensificaba y quedaban cada vez más personas en a calle, Nuevo Rumbo engrosaba sus filas. Hoy es una cooperativa modelo en la zona e incluso llegó a despertar el interés de capitales extranjeros: una cooperativana italiana financió la adquisición de un camión, una prensadora y un elevador.
En la entrevista telefónica que le otorgó a Medio en serio, José Córdoba resaltó la importancia que tiene para ellos recolectar residuos de forma segura e higiénica. Para facilitar esta labor, pusieron en uso un compactador de botellas de plástico, un triturador de vidrios y un dispositivo para lavar envases retornables.
Otro beneficio para los cartoneros lomenses es que la cooperativa les paga alrededor de un 50% más que los intermediarios tradicionales.
Nuevo Rumbo es un ejemplo entre otros de cómo se puede integrar y dar sentido de pertenencia a personas que han quedado marginadas del sistema. Los municipios deberían apoyar estas iniciativas en vez de obstaculizarlas.
La realidad indica que los cartoneros llegaron para quedarse, al menos, por un tiempo largo. Ningunearlos o, en el peor de los casos, hecharles encima el poder del Estado para desalojarlos de un lugar para que luego se instalen en otro, no va a solucionar el problema.
No encontré mejor cierre para esta editorial que las declaraciones que hizo a la revista Veintitrés Alejandro Tiscornia, el vecino de Belgrano que fue preso por defender a los cartoneros: "... los cartoneros están ahí, marchan todos los días por la ciudad de Buenos aires hace siete años. Verlos es una denuncia en sí misma".

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