lunes, 24 de marzo de 2008

Feria La Salada: precios bajos, alta suciedad.

por Raúl Nicolás Fernández

Ubicada en los márgenes del Riachuelo, en la periferia del partido de Lomas de Zamora, La Salada no sólo es una feria. Es también un fenómeno masivo que reune alrededor de 20.000 personas, que emplea a más de 6.000 y que factura muchos millones de pesos por semana.
Según el diario La Nación del 21 de enero de 2007, La Salada fue identificada por la Unión Europea como "un emblema mundial del comercio y la producción de mercadería falsificada".
Con sólo teclear tres palabras (Feria La Salada), el buscador Google arroja un resultado de 128.000 sitios, entre los que se destacan avisos de venta de puesteros, artículos periodísticos, preguntas en diversos foros acerca de si alguien conoce la feria, etc. En búsquedas relacionadas aparecen tres links: ubicación de la feria, mapa de la feria y la página web del galpón conocido como Punta Mogotes, uno de los más tradicionales de La Salada. Lo que se dice un negocio que no deja cuestiones libradas al azar.
O sí. Porque la feria no se agota en los inmensos galpones donde antiguamente funcionaban balnearios inaugurados por Perón, sino que también incluye a los cientos de puestos que se fueron organizando a la vera del río, en plena calle, y que hoy ocupan más de quince cuadras. Es más, hay mañanas, como la del jueves último, en las que sólo están los puesteros de la calle, ya que los galpones permanecen abiertos durante la noche y luego cierran. En mañanas así, es mejor no acercarse a la feria, pues es tal la mugre y el olor nauseabundo que se respira que dan ganas de vomitar. La cantidad de desechos, que se amontonan entre puesto y puesto, refleja la actividad intensa de la noche. Envoltorios, bolsas de nylon y cartones, conviven con botellas vacías y bandejas con restos de comida. Evidentemente, muchos han cenado mientras recorrían los puestos.
No hay tachos de basura, todo está tirado en la calle. La gente recorre la feria esquivando charcos de ¿agua? y desperdicios de todo tipo. Muchos se tapan la boca y la nariz con un pañuelo a modo de improvisado barbijo. Es inhumano. Sin embargo, la gran mayoría completa su paseo. Nadie se va hasta que no haya comprado todo lo que necesita o hasta que ya no tenga más dinero. Quizá sea por eso que a ningún puestero le preocupe la higiene del lugar. Saben que de todas maneras el nivel de ventas no decrecerá. O tal vez ya estén acostumbrados (o resignados) a convivir con la mugre. Es obvio que el municipio no les permite estar gratis allí. También lo es que ninguna autoridad municipal mueve un dedo para contrarrestar los focos infecciosos que se generan día tras día en la feria y que sus visitantes desparraman no sólo en toda la provincia, sino también en el resto del país.
Retomo entonces, y corrijo, la idea anterior: la Salada es un negocio que deja cuestiones libradas al azar. A no ser que la higiene del lugar y la salud de vendedores y clientes no estén contempladas dentro de los márgenes de ganancias.

No hay comentarios: